Definitivamente soy una aburrida, no puedo estar haciendo lo mismo por mucho tiempo, me aburro, me agoto, me desespero. Aunque no salgo mucho a apestarme de tanta gente en las calles, el sólo mirar por la ventana y ver siempre el mismo paisaje me tiene al borde de la locura. Ok, Valpo. está cerca, pero no es eso lo que necesito, no sólo el aire puro de una ciudad más limpia o con un entorno completamente diferente, necesito una montaña, un cerro, subir…. necesito la altura, la perspectiva difícilmente palpable por cualquiera, ver lo que no todos pueden ver y llegar donde nadie se imagina que se puede. Poca gente, una no ciudad.
Desde la primera vez que subí a más de 2 mil metros amé la montaña.
Después de la lluvia capitalina miro la cordillera y más sueño con una montaña, con su prominencia casi inmune.
Necesito respirar el silencio de la altura, que el cansarme de caminar no me detenga, que si hay caídas no sea necesariamente para aprender y que la retina capture lo que ninguna imagen se compare al descender.
Paisajes vírgenes, horizontes que quitan el aire más que el cansancio, el poder descubrirme nuevamente, reiniciarme en las altura y volver a la urbe con un frío más delicado… del que no me quiero abrigar.