Uno debería tener la capacidad de guardar en un zip (que antiguo) toda la memoria y renovar la capacidad de cada cosa que uno se imagina y vamos ensamblando para construirnos nuevamente, desde lo profundo, del crecimiento propio del ser... en el aquí y el ahora. Pero eso es lo mejor de esta vida, lo mejor de la vida es la reconstrucción, del poder soltar, el intentar cuantas veces se crea conveniente y en dejar partir y uno reiniciar, cuantas veces se crea necesario.
Definitivamente este 2013 fue INTENSO, así como otros años anteriores volando en el tiempo, pero más concreto, más YO... porque sí, también soy partidaria de la individualidad, retomando ese concepto tan propio y necesario. Retomando. Aunque sea con 2 hijas, más complejo, pero aun así más propio.
No sé si la palabra fracaso deba estar dentro de cada etapa que se cierra de una manera que no se esperaba, o que nunca se imagino que se cerraría, o que se esperaba, o etcs... el trasfondo está, las justificaciones varían según el día, la luna, las hormonas o la sensibilidad, que podrían estar entrelazadas. Pero internamente se sabe lo que es, de dónde y hasta dónde, sin más explicaciones que las que yo misma me doy.
Ya pronta a comenzar mi año, del caballo, qué más simbólico que ver todo como se fue dando desde el término de estos 12 meses de acomodes, respiraciones más profundas y de mutación corporal, desde el fondo donde me venía moviendo hace un buen tiempo, salgo flotando como en el Lago Salado, pero con más movimientos corporales para llegar a la superficie... y desde ahí, desde los movimientos corpóreos me decido a abrir los ojos y ver el paisaje mucho más amigable y despejado, donde iré trazando esta nueva historia, la mía, una nueva, más profunda, más definitiva y mucho más consciente... entendiendo que soy difícil domar.
Soltándome, por fin.
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