EL SHOW DE LOS MUERTOS

Últimamente me he estado sumergiendo en la época de estudios superiores detallada en la típica agenda anual de antaño. Son tantos los momentos dignos de recordar y que enhorabuena tenía la manía de escribir lo que hacía a diario o simplemente pensamientos del momento.
Fueron horas de lectura entretenida con vivencias propias (y en alguna ocasión de otros), en que me llené de lugares, personas, aromas, momentos especiales (y otros no tan agradables), y que en medio de tanta historia y recuerdo más de alguna vez se me escapo una carcajada espontánea, fue como transportarme al pasado, muchas aventurillas que detallaré más adelante. Sin embargo debo reconocer que hubo algunos nombres que no son más que eso, porque la verdad que no recuerdo que personajes fueron, por lo tanto no me queda más que pensar que definitivamente no trascendieron en mi vida, porque reconozco que tengo muy buena memoria (“Visiones”).
Algo que me llamó mucho la atención fue la capacidad de poder hacer tantas cosas al día, como tanta energía era distribuida por la demanda, tanto de la vida de estudiante (entre clases, campañas publicitarias varias, salidas a terreno para grabar algún spot digno de una publicista, sacar fotos, después revelarlas, leer el famoso y eterno P. Kotler uff… y obvio con el merecido break en el Sao Paulo o el demasiado visitado casino, etc.) como por la vida social (muchos mortales por minuto, que también eran compañía normal del Sao Paulo)... Me desconcierta pensar cómo podía fraccionar el tiempo para cada cosa que debía o quería hacer. Será tal vez que ya han pasado sus (buenos y no tan buenos) varios años desde entonces y que era momento de economizar energía para lo que se viene?