Los meses nos abandonan rápidamente, los días se alejan dejándonos de recuerdo los avances de Colomba, sus ya casi 7 meses se ven reflejados en los progresos de sus gratificante desarrollo. Dejando de lado las dificultades normales por las que ha tenido que pasar nos llenamos diariamente de su evolución. Después de 2 semanas de enseñanza almuerza sin problemas, los colados y su postre son parte del protocolo del medio día, para qué decir de las “gracias” que le enseña su papá, las adopta con facilidad perfeccionándolas a través de la práctica, toda una hazaña para ella… y para él. El concepto de causa y efecto lo adopta en todas sus actividades. Explora todo lo que la rodea utilizando todos sus sentidos. Nos sentimos muy orgullosos de cada uno de sus logros.
Esta extraña y permanente aventura (asumida quiméricamente) me da tiempo para equivocarme, aprender, avanzar, pensar y tratar de mejorar lo hasta ahora logrado. Si mi mente algo desequilibrada hace que las emociones sean mal canalizadas es tiempo de disciplinar los trastornos hormonales, reorganizar mi jornada, volver a cargar las pilas de energía positiva, retomar el -relegado por años- ejercicio físico y comer sano, un cambio de estrategia necesaria de hace mucho tiempo, aprovechar la luz natural para una buena caminata y que cada centímetro de mis largas -y un tanto verdosas piernas- comiencen a tomar el color digno de la temporada.
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