Y así nada más estamos en el penúltimo mes del año. Avanzamos a pasos agigantados cada mes y pareciera que cada año pasa más rápido. Anoche conversábamos con Andrés de todo lo que hemos hecho en estos casi 5 años, de lo que estamos viviendo, de cómo hemos construido una familia y de la inmensidad de esta palabra, la responsabilidad que tiene cada uno de nosotros en ella.Hoy en la mañana pasé una situación muy complicada con Colomba, no entraré en detalles pero fue para sentir más aún que el amor que siento por ella (por mis hijas) es tan grande que es difícil explicarlo, hasta la palabra amor queda corta. Después le comentaba a una amiga lo sucedido (quien con su pareja están prontos a ponerse en campaña para embarazarse) y trataba de explicarle de la responsabilidad que tenemos quienes somos papás, tanto con ellos como con nosotros mismos porque creo que no hay dolor más grande que perder un hijo, no lo he experimentado y espero nunca vivirlo, pero la angustia que se siente con sólo acercarse a ello o tan sólo pensarlo refleja el cambio mental que debe sentir quien pase algo así. No podría o sería tan difícil seguir sin ellas, sin su despertar, sin sus risas, sus llantos, sus silencios, sus respiros, sus abrazos, sus miradas... ellas simplemente. Vivo cada día para seguir teniendo todo eso y más, como hacen que mi alma se llene y se estremezca con sus presencias, que no importa si por momentos estoy agotada y si a veces lloro de querer algo de soledad o sólo descansar, ellas llegaron para completarnos, para unirnos más aún, para acompañarnos, amarnos y espero algún día entiendan el infinito e indescriptible sentimiento que me hacen sentir. Y como dijo Andrés anoche, están creciendo tan rápido que debemos disfrutarlas cada día, cada instante. Y eso estamos haciendo. Las disfruto hasta en la distancia y en sueños.
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