HASTA AQUI NO MAS LLEGAMOS

Después de muchos años de ocupar el mismo lugar físico la memorable Bal-le-duc deja el sitio que la cobijó por más de una década. Este año nuevo cierra un ciclo del cual fui parte sus últimos años (más bien dicho su antepenúltimo año) no sé si de apogeo o de decadencia, no tengo noción concreta de cómo fue antes, personalmente sólo puedo hablar de casi 2 años de este inmortal antro de destrucción en los cuales me perdí en sus oscuros, tránsfugas y monotonos rincones, donde me dejé llevar por sonidos ochenteros y fugaces excesos, donde nadie importaba a mi alrededor más que los clásicos parlantes new wave que hacían de mi noche lo que el DJ de turno quería. La música era lo que me llevaba casi todos los fines de semana a Irarrazaval 433, el vivir cerca me permitía ser una más de los personajes de noches completas o sólo al final de estas. Fui parte de las distintas visiones de una misma realidad. Diferenciándome de las modas urbanas del momento me convertí en una clienta habitual que deja historias guardadas bajo los cimientos de lo que fue.
Una apoteósica despedida ya es difundida por diferentes medios, una mezcla de negocio y nostalgia son parte del cambio, da igual si sigue en otro lugar, supongo que ya no será lo mismo. Bueno, de todas formas gracias a Bal-le-duc para mí ya nada es lo mismo.