VIAJES URBANOS

Debo reconocer que en el 98% de los transportes o lugares públicos me han cedido el asiento sin dificultad, pero hoy fue una de las excepciones del 2% restante.
En esta oportunidad el “troncal” que me llevaría por Irarrazaval iba “decente”, como no era horario "punta" sus asientos iban en su totalidad ocupados pero nadie de pie, o sea una fortuna en estos tiempos, yo casi feliz por la suerte de poder viajar sin ser apretujada y/o pisoteada.
Como el trayecto que debía recorrer era de unas pocas cuadras sólo me quedé parada preparándome a leer el último The Clinic recién comprado, no pasaron ni 5 segundos y una amable pero mandona voz femenina del fondo del bus le ordena a uno de los caballeros que cómodamente seguía sentado teniéndome en frente de él, que se parara para dar el asiento a la "señora" embarazada... ahí empezó todo mal, primero por ese "título" que a estas alturas molesta, como si una por estar embarazada también debería estar tradicionalmente casada o simplemente te hace sentir vieja... en fin.
Después de que el señor, que con una simpática pero forzada sonrisa me cede su asiento, comienza a intercambiar un diálogo no muy cordial con la señora solidaria.
Ella: Si la está viendo embarazada como no se para?!
Él: Sí, pero está embarazada no enferma.
Ella: Ya lo quisiera ver yo como andaría si tuviera una guata...
Él: (insiste) Sí, pero está embarazada no enferma.
Ella: Y más encima contesta, debería quedarse callado...

Yo a esas alturas estaba con la cabeza casi sumergida en mi pasquín, avergonzada de ser la provocadora de la disputa... y peor de todo me toca el asiento que está mirando hacia atrás, o sea casi como estando sobre un "proscenio" escuchando el eco de los murmullos de la gente que se unían a dar su opinión con el compañero(a) de asiento.
Menos mal que el viaje duro sólo un par de minutos y pude bajarme fugazmente de ese incomodo escenario dejando atrás la polémica historia cuando se cerraron las puertas-telón.