Me acaba de llamar mi Socia que iba entrando a la ciudad de Valdivia, después de 6 años de distanciamiento voluntario, del no querer volver ni saber de nadie de ese lugar, ahora vuelve pero casi por obligación y por un par de días, por la pega que le encanta y satisface y que la lleva de regreso a la ciudad que tan malos recuerdos le trae (nos trae) pero de donde tenemos tantas cosas en común, y que siguieron en Santiago.
La diferencia que tenemos ambas en relación a esa ciudad, es que mi infancia pertenece en gran parte a Valdivia, recorrerla casi entera caminando y disfrutando de los relatos naturales y gimnásticos de mi abuelo, siempre lo recuerdo en días despejados, calor, sol y después de tanto volver por casi 3 años en los que la balanza cae rápidamente a lo negativo, en que los malos recuerdos devoran a los positivos, recuerdos fríos y de humedad, y aunque hayan pasado 5 años (para mí) de no volver algo me tiene ligada a esa ciudad por siempre, sus lugares con mi abuelo y donde él descansa ahora, en el infinito mar de Niebla. Tal vez por todo esto mi regreso no sería tan trágico como para mi Socia, para mí esto queda y los últimos 3 años se guardaron hace tanto que difícilmente me afecte en el presente. Tampoco puedo ser tan mal agradecida y no sacar en limpio personajes (pocos pero valorables) que siguen en mi vida, algunos en la distancia pero siguen y mi Socia y madrina de Colomba, mi confidente, mi hermana, aunque el tiempo nos juegue en contra está, desde Valdivia está.
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